No hay ningún otro lugar como Austria donde la gente pueda pasar tan fácilmente de las zonas urbanas al campo. Un día se puede ascender a un pico de los Alpes y el día siguiente visitar la Viena imperial. Es absolutamente sorprendente.

Con los siglos, los Habsburgo invirtieron grandes cantidades de dinero en bellas artes y música, mientras coleccionaban palacios y castillos como si fueran sellos. Aún se puede sentir este eco cultural cuando se visita Austria, observando los caballos lipizzanos o las obras de Rubens, Klimt y Schiele, por ejemplo.

La música clásica está en el aire, con notas de las obras de Mozart, Strauss, Mahler, Haydn y Schubert, en salas de conciertos doradas y suntuosas o en festivales musicales como el de Salzburgo o Viena, la capital.

Su viaje le puede llevar por las carreteras llenas de curvas de los valles, que parecen esculpidos en las montañas, o por los ferrocarriles que recorren, sorprendentemente, las laderas de las montañas, cambiando el aspecto de los Alpes, o a los glaciares y los prados de flores silvestres.

¡La cocina austriaca es mucho más que schnitzels! El país tiene presencia en las ferias internacionales de comida y bebida, aunque permanece fiel a sus principios locales. Tiene mucho donde elegir, ¡aunque sea vegano o un fan de la cocina orgánica o de la slow food! El amor por la tierra se puede observar sobre la mesa de muchas maneras: espárragos en primavera, albaricoques en verano y setas, caza y vino joven en otoño.

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