Letonia parece un tapiz de mar, lagos y bosques. La mejor manera de describirla es como un gran parque virgen con una capital cosmopolita: Riga. Los turistas siempre pueden asegurarse un pedazo de naturaleza intacta toda para sí mismos, ya sea para practicar trekking o ciclismo o para soñar en una playa de arena blanca entre dunas cubiertas de pinos.

Letonia tiene más capas culturales y una población menos homogénea que sus países vecinos. Los letones presumen de ser el pueblo más artístico del Báltico. Intentan demostrarlo con una miríada de festivales y una actitud alegre y despreocupada.

En la capital, Riga, no hay que perderse la catedral y el mercado central. También son de visita obligada el museo Turaida de Sigulda, el castillo de Cēsis o la Catedral Naval de San Nicolás, en Liepāja.

Letonia es un pequeño país báltico accesible para todos. Cuenta la leyenda que Riga, una ciudad llena de atractivos culturales e históricos, nunca terminará de construirse y seguirá cambiando para siempre a medida que crece. Hasta ahora, la leyenda se ha demostrado cierta.

Se trata de un destino perfecto para familias con niños, aunque solo sea para un fin de semana o una semana, además de para los amantes de los museos y los deportes.

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